El laberinto de la música en directo

Si tenemos claro que nos gusta ese concierto que vemos anunciado, compremos la entrada lo antes posible. No esperemos a que se acerque la fecha, no esperemos a que se cancele por hacerlo inviable dada la escasa anticipada con la que cuenta. Es una de las formas más bonitas y efectivas de darle un poco de vida a un circuito que lo están y lo estamos matando, lentamente, como si de una guerra fría se tratase.

Rat-Zinger en una actuación en el Kafe Antzokia de Bilbo | Foto Dani Metalcry.com

Estamos en un momento de excesiva apatía, hablo por nosotros, por las bandas que forman nuestra familia y, creo también, por muchos y muchas compañeras, tanto de otras oficinas, bandas, salas, etc. Tras dos años de ver como cambiaba todo, ya sea para los que se dedican profesionalmente a ello como para las que no, la situación, cuando parecía que empezaba a verse la luz, vuelve a eclipsarse por una nube negra que cubre todo de incertidumbre. Esa incertidumbre es la que nos está matando lentamente y vuelve a estar aquí.

Dos años moviendo fechas, haciendo unos Tetris impensables, viendo como cierran salas y bares que programaban música en directo, como desaparecen festivales, se separan bandas o simplemente no hacen nada de ruido manteniéndose en el más profundo letargo. Dos años buscando fórmulas para mantenerse en vida, para mantenernos vivos y vivas, ya no solo en lo económico, que es bien importante, sino en lo personal y creativo, que es lo primordial. Dos años en los que las zancadillas han sido incontables y hemos intentando capear cada una de ellas, con más o menos acierto, con mucha resignación y en ocasiones acatando sumisamente directrices que considerábamos inútiles e incluso ofensivas. Lo hemos hecho porque no había otra opción, porque era la única manera de seguir adelante y salir de nuestras cuevas, porque era la única manera de ofrecer algo y seguir tejiendo redes con todo lo que implica la música, en este caso concreto. Ello nos ha puesto en el punto de mira en muchas ocasiones, el blanco fácil en ese vertedero que son las redes y que con el anonimato que ofrece escribir tras un teclado, han llovido críticas de todos lados. El saco de boxeo al que golpean desde todos los ángulos.

Hemos intentando buscar el equilibrio entre bandas, salas, público, etc... Y nunca ha sido al gusto de todas, es realmente complicado hacerlo cuando las personas “no están bien”, cada uno/una en su momento y a su ritmo, cada uno/una con su motivo, con su motivación temporal y su correspondiente desmotivación. Ha habido y hay tiempo para todo y para todos/todas. Un exceso de reproche para los y las desconocedoras de todo lo que ello implica, de lo que cada decisión comporta, de lo que hay detrás de cada paso y de cada traba.

Mucha ansiedad y muchas ganas de mandarlo todo al retrete. Mucha depresión y estrés entrando a formar parte de las vidas de muchos y muchas amigas. Demasiado sufrimiento. Pero ahí seguimos, como hechos de otra pasta, dispuestas a no desfallecer y seguir capeando el temporal que, a estas alturas tenemos claro, no ha acabado aquí.

Ya llegará el momento de echar la vista atrás y ver como ha quedado el panorama, en como esto lo ha cambiado todo, algunas cosas para bien pero muchas para mal. No está de más ir haciendo un ejercicio de vez en cuando de empatía con nuestro entorno, de análisis de hacia dónde vamos, recordando de dónde venimos y porqué hemos llegado hasta aquí. Es importante para no perder la perspectiva y es importante darte tu merecido tiempo para ello y respetar los tiempos marcados por el resto. Cuidarse, ante todo, cuidarse y cuidar, desde el respeto y el apoyo.

Hemos visto cómo mientras unas salas cerraban otras aprovechaban la oportunidad para apretar en cuanto a condiciones, ¿legítimo? Totalmente. Otra cosa es ver si resulta ético para esa premisa que era el 'salir de esto todos/todas juntos/juntas sin dejar nadie atrás'.

Hemos visto como bandas han cuestionado decisiones o menospreciado toda la labor que aquellas personas que se parten la cara a diario para que su esfuerzo tenga la máxima visibilidad posible. Y se ha aceptado, porque no olvidamos lo dicho anteriormente de que cuando las personas “no están bien” llega la frustración, el descontento, la desilusión y es más fácil responsabilizar al de al lado que aceptar la situación, sobre todo partiendo de la base, que hay mucho desconocimiento de lo que sucede y de cómo se gestiona. De hecho somos muchas las personas que hemos ido aprendiendo con el “prueba–error”, que hemos movido ficha como si de una ruleta rusa se tratara porque nadie tenía la fórmula ni nadie estaba preparada para una situación como la que hemos y estamos viviendo.

Cada ola ha sido un adiós, y llevamos unas cuantas. Ese adiós a fechas que trasciende en dejar atrás ilusiones, objetivos relativamente cercanos, momentos de olvidarse de lo vivido recientemente y también en volver a ver como un dinero (que ya no tienes) se quema en la hoguera por enésima vez. Y no solo, eso, la vuelta a la incertidumbre. ¿Cancelo? ¿Aplazo? ¿Qué hacer? Hagas lo que hagas vas a tener que digerir, una vez más, los golpes de ese saco de boxeo que eres, de ese saco en el que te has convertido. Ser la valla de contención de toda la ira y frustración que la situación conlleva intrínsecamente.

Para colofón no podemos pasar por alto la mala praxis de algunas empresas gestoras, promotoras y tiqueteras, que no han resuelto de la mejor manera las fatídicas devoluciones de entradas. Ya sea por torpeza o por ambición. Pero en ambos casos ha sido un cáncer que mancha y distorsiona mucho la labor que desempeñan otras personas. También es cierto, que se ha comprobado como la torpeza ha sido bidireccional y en muchas ocasiones no se ha gestionado como es debido por parte de los y las que habían adquirido. En nuestras propias carnes lo podemos confirmar con una falta de fluidez en la comunicación: mails que no se responden, falta de datos para efectuar la devolución, solicitudes fuera del plazo de devolución o simplemente escribir a la dirección errónea.

Todo sea dicho, para que ello nos haga recapacitar en cómo y de manera gestionamos toda esta situación que en ocasiones es desbordante.

Pero a pesar de todo, y que la balanza se inclina más hacia ese lado que tanto miedo da, existe algo inexplicable pero que ahí está y que ha sido el motor que nos ha traído hasta este punto. Nos vemos con esos objetivos a medio plazo que, si es cierto y ¿para qué engañarnos? Aunque no afrontemos con la misma ilusión de siempre, son nuestra única, y quizás última, gota de esperanza que pueden evitar ese salto al vacío.

Detrás de cada anuncio de la mayoría de conciertos hay todo esto y mucho más, significan algo más que un momento de música en directo, sino la oportunidad de coger aire para oxigenarse. Es por ello que resulta, ahora más que nunca, que reincorporemos la música en directo a nuestras vidas, a nuestros planes, nuestras agendas... Como un acto de ocio, de evasión, pero también de solidaridad, de empatía y de hacer ellos esos foros sociales que siempre fueron. De carne y hueso, sin pantallas y sin likes de por medio.

Si es así, y tenemos claro que nos gusta ese concierto que vemos anunciado, compremos la entrada lo antes posible. No esperemos a que se acerque la fecha, no esperemos a que se cancele por hacerlo inviable dada la escasa anticipada con la que cuenta. Es una de las formas más bonitas y efectivas de darle un poco de vida a un circuito que lo están y lo estamos matando, lentamente, como si de una guerra fría se tratase.

Apostemos por la música en directo. Apoyemos la música en directo desde el minuto cero. La cultura es segura, la cultura es imprescindible.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies