Tengan cuidado ahí fuera
Discos / Rat-Zinger

Tengan cuidado ahí fuera

7 / 10
Holden Fiasco — 21-10-2021
Empresa — Rock de Kasba
Género — Punk Rock

El pasado viernes, 15 de octubre según el calendario gregoriano, los bilbaínos Rat-Zinger, que no practican precisamente el canto que se inventara otro pontífice que compartía el mismo nombre papal con aquel que se inventó el calendario, estrenaron su sexto álbum de estudio. Se titula “Tengan cuidado ahí fuera”, y, aunque la aparente buena voluntad de esa afirmación parezca tener relación directa con la piedad cristiana que me imagino que frecuentaban los Santos Padres mencionados antes, nada más lejos de la realidad, por supuesto. Aquí, las ostias, como era de esperar, no se consagran. No creo que a nadie le sorprenda: estamos hablando de los hijos bastardos del Papa de Roma, como se los conoce comúnmente, ¿no? Si, en la decena (y más) de años que llevan en esto, ya habías descubierto su punk cercano al metal y el hardcore, su víscera y rasmia, su afilada oratoria… pues ya sabes lo que deberías saber. Y es que eso es lo que te vas a encontrar aquí, para qué cambiar a estas alturas: mala ostia, mucho nervio, ojén por vena hasta que te revienten las entrañas, la misma lengua iracunda que brama contra el sistema y propone salmos profanos, perfectos para cantarlos con la garganta irritada de la efusión.

De todas formas, antes de hablar un poco, sin estropearlo, de las canciones que han reunido en este disco, trece en concreto, conviene hacer un repaso de los créditos para que, debidamente, todos los que se involucraron reciban su parte de reconocimiento. Al parecer, se hizo largo el proceso. Andaban repartiendo caña mientras defendían el directo con el que celebraron dos lustros de carrera y ya sabes lo que pasó… se paró el mundo, más o menos. Así que lo que tenían grabado desde noviembre de 2020, se quedó ahí, a remojo. Ahora, lo publican de la mano del sello catalán Rock de Kasba. Al parecer, saldrá o ha salido ya en formato vinilo, digipack CD y, por supuesto, en digital por todas esas plataformas que tienes al alcance de un click. El producto físico contiene las ilustraciones tajantes de Gaboni y el diseño gráfico de Carlos Undergroove “Dabunker”, además de la fotografía de Chema Pacheco. Pero antes de llegar ahí, tenemos que volver a la ribera del Oria, porque el disco lo grabaron en Usurbil de la mano de Haritz Harreguy. De ahí, ya se marchó a Barcelona, donde, primero, lo masterizaron en Ultramarinos Costa Brava y, luego, como ya he dicho, lo empaqueta y te lo lleva a casa, si quieres, la gente de Rock de Kasba.

Lo más fácil, y probablemente lo más correcto, sería acompañar los comentarios sobre este disco teniendo en cuenta el currículo de la banda, situarlo en perspectiva, volver a hablar de Motörhead, Misfits, Ministry y otros grupos que no empiecen por eme. Pero voy al revés, y me dedico a escuchar “Tened cuidado ahí fuera” como si fuera la primera vez que los escucho. Porque eso noquea. Porque los puñetazos llegan en todas las direcciones. Y, de alguna manera, mola. Puede que parezca masoquista, pero una buena paliza musical suele sentar bien. Intros arrancadas a base de batería penetrante y guitarras hirientes, puentes que usan el contraste, velocidad arrolladora, y facilidad para usar los coros como amparo, como oposición, hasta para crear ese diálogo latente que practicaban los esclavos en las plantaciones de algodón cuando buscaban la libertad. El contenido de las letras se mueve entre paisajes casi distópicos, arengas que queman, reflexiones más íntimas que se abren a la interpretación, y una buena colección de estribillos para gritar en equipo y con el puño en alto. Se puede oír el disco imaginándote ya el directo.

Empiezan rajando fino, desde el esternón hasta la cintura, con “No queda nadie en pie”. Y el ritmo aniquilador ya te advierte de lo que vendrá después. La misma velocidad impetuosa que se repetirá luego en “Mientras te pudres de asco”, donde el bombo parece que va a salir disparado desde tu propia caja torácica. “En la cámara de gas” fue el corte elegido para la presentación. Con las seis cuerdas iteradas y más nítidas, el bajo, que tiene cuatro, dirige la canción, comenzando como un murmullo desolador para ir creciendo y cogiendo velocidad. La voz de Podri crece desde las tripas. A veces, parece que te está tentando la piel como el filo afilado de un cuchillo. “Soy el germen” es un buen ejemplo de esas líneas que puedes imaginarte coreadas por el respetable, haciendo comunidad. Una comunidad que compartirá la visión antisistema, la llamada contra la autoridad, que, por ejemplo, se escucha en “Muerte a la máquina”, donde esa frase se repite en anáfora para reforzar la idea. Las guitarras suenan épicas en “Mi medicina” o en “Te odio”. La primera se mantiene inexacta, permitiendo las interpretaciones. La segunda se construye sobre el bajo y los platos, como un pálpito lleno de expectación. “Soy un animal” demuestra, como en “Seremos un millón”, la capacidad heterogénea de las guitarras y la conjunción de la banda. Una base rítmica contundente, punteos que acribillan… La primera termina estrellándose contra el cristal; la segunda reposa en la voz de un Podri que se mueve del rumor al alarido con el poder de la convicción. Se menciona a Belcebú, a Satán, se invoca el fuego, se habla de vandalismo, no se rehúye la política, ni doméstica ni internacional, el imaginario asolado también está en “Cadáveres”. “Greetings from Corea” es directa y explícita, pero en “Golpe de estado en Mendivil”, “Una grande y libre” y “El lobo” hay más pliegues, hasta intertextualidad, o referencias, o niveles o como coño quieras llamarlo sin que suene ridículo. Para la primera, se basan en un relato de Carlos Terco, cantante de Núcleo Terco, que se puede encontrar en su estreno literario, donde, por cierto, colabora también Gaboni con sus ilustraciones, mientras que, en la canción, quien contribuye es Juan Aceña de Soziedad Alkoholika. La segunda, “Una grande y libre”, comienza con la musiquilla del NO-DO para repasar una España que dibujan sin morderse la lengua. La cantan a tres voces, entre Podri, Gartxot, cantante de The Guilty Brigade, y un Rajoy enlatado e hilarante. Finalmente, “El lobo” parece que llega hasta los diez minutos, pero, en realidad, solo supera los cuatro por unos poco segundos, aunque, si no pierdes la paciencia y llegas al final, descubrirás una conversación que mejor la explicas tú. Antes de eso, una noche y una escena que no carece de poder narrativo. Y así he ido escuchándolo e intentando contarlo. Sin parar ni para coger aliento, que, me parece, es la mejor forma de escuchar este disco.

Me imagino que, con la salida de este nuevo álbum, Rat-Zinger volverá, y con ganas, a los escenarios. Ya se subieron al de la sala Tótem hace unas semanas y estrenaron, junto con The Guilty Brigade, los conciertos sin las dichosas sillas que nos han acompañado durante tanto tiempo. Las crónicas cuentan que hasta hubo pogos. Y más que habrá. Muchos de ellos, por supuesto, azuzados por estas nuevas canciones que encontrarán, sin problema, su espacio entre la larga discografía de esta banda. Si te sorprendes en medio de uno de esos pogos, no creo que la frase del Sargento Esterhaus te sirva de mucho, pero igual, hasta mejor.

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